Transitando mis emociones
Es inevitable sentir dolor, pero es importante tener presente que las emociones son emociones, ni buenas ni malas. Lo más saludable es transitarlas, porque sino, se quedan ahí dentro y podemos generarnos problemas o somatizaciones, que eso sí que no nos va a ayudar en esta situación y además nos va a hacer mucho más daño que si las sintiéramos.
La primera dificultad es cuando tapamos esas emociones que no nos gustan, como hacemos muchas veces, mirando para otro lado, distrayéndonos, comiendo, haciendo deporte, o trabajando sin medida… Pues hay que sentirlas, llorar, notar cómo se nos encoge el estómago, nuestro corazón se desboca e incluso sentir que nos falta el aire. Y es ahí, cuando tomamos conciencia y aceptamos, sí, siento miedo, o culpa, o rabia. Y está bien así.
La segunda dificultad que puede surgir es quedarnos en ellas más tiempo del saludable, y es ahí donde aparece el sufrimiento. Porque dolor y sufrimiento no tienen nada que ver. EL sufrimiento es el dolor pasado por el filtro de la razón. Y cuando lo hacemos, nos regodeamos en el dolor, como si de alguna manera nos sintiéramos cómodos en él (aunque no nos guste), y no podemos salir. El sufrimiento no nos ayuda, en el sufrimiento no aprendemos nada. Hay que diferenciar entre sentir las emociones y llevarlas al sufrimiento. La línea es fácil de traspasar.
La buena noticia es que sí, se puede hacer una gestión emocional saludable. Es inevitable que si por ejemplo tenemos un familiar ingresado, y además no tengas demasiadas noticias, sintamos una mezcla de emociones que pueden variar de segundo a segundo. Así que lo primero sería acoger esa emoción o esa montaña rusa de emociones, sin juzgarlas. Es normal. Somos humanos, tenemos cuerpo.
Vamos a ver qué recursos tenemos para transitar por las emociones de la manera más ecológica posible. Para ello, explicamos cómo se relacionan las 4 partes que integra un ser humano, que no se pueden separar y que unas inciden directamente en las otras.
Podcast: Creando mi mejor versión
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