La última etapa de la que hemos hablado; el estado de alerta o agitación, es cuando los niveles de estrés del bebe están altos, consumen mucha energía y por tanto nos necesitan para calmarse y regularse.
Si no atendemos a nuestro bebé, los mecanismos de defensa actúan y dejan de llorar para no seguir perdiendo esa energía. Pero lo peor de todo es que se desconectan de sus necesidades, no aprenden a regularse y puede provocar trastornos de apego.
En realidad, existen distintos métodos para el sueño, y más que seguir un método hay que ver cuál es el adecuado para el bebé. Para ello es importante conocer a nuestro hijo, ponernos en su lugar según vayamos conociéndole, ver sus necesidades y no tanto las nuestras.
Es que es fundamental que los observemos, observar cómo son sus despertares, cuáles son las señales de que comienza a tener sueño, siempre respetando su ritmo y no intentado que se adapte al nuestro. Además, no hay que dejar que esté muy cansado para acostarle porque si no le costará más conciliar el sueño, hay que ir acostándolo cuando ya veamos que está cansado.