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Síndrome de Wendy, o miedo al rechazo.

¿Qué es el Síndrome de Wendy?

Dan Kiley, psicólogo norte americano, acuñó este término en 1983, tras investigar el conocido síndrome de Peter Pan, desarrolló este segundo, conocido como síndrome De Wendy. Su objetivo fue describir a personas que actúan como padre o madre con su pareja, o con un excesivo proteccionismo con sus propios hijos.

En el cuento de Peter Pan, podemos ver como Wendy no solo cuida a todos los niños del País de Nunca Jamás, sino que toma decisiones por ellos, por lo que no permite que maduren y asuman sus responsabilidades. Al fin y al cabo, Peter Pan necesita de ella que es quien asume los riesgos y responsabilidades que no él quiere asumir, permaneciendo Wendy en un segundo plano, y triunfando finalmente Peter Pan.

Este tipo de personalidad no se queda solo en la literatura, las personas con Síndrome de Wendy tienen una necesidad imperiosa por satisfacer y colmar los deseos de los demás, que suele ser la pareja o los hijos, olvidándose incluso de sí mismos.

Con los hijos, es un padre o una madre sobreprotectora que despierta cada día a su hijo para que no llegue tarde al colegio aunque tenga 15 años, le prepara la mochila cada día, recoge su habitación, etc. y es que son incapaces de ver sufrir a su hijo. El miedo a que el hijo se pueda equivocar y experimentar las consecuencias, a veces dolorosas, hace que la madre o padre, anticipen esos errores mediante la sobreprotección.

Hay muchas excusas para seguir manteniendo su posición de Wendy, por ejemplo “Es que no puedo soportar la habitación desordenada”, “Si no se lo recuerdo yo va a suspender”. Y las consecuencias de todo esto, es criar a futuros Peter Pan, o los jóvenes conocidos como “NiNi: Ni estudia Ni trabaja”. No asumen responsabilidades, son inseguros y han crecido creyendo que no son capaces. Al no dejar que hagan cosas por sí mismos, que podían perfectamente, no dejarles asumir los riesgos de error y posibles consecuencias, crecen pensando que no son capaces de hacerlo. En definitiva, las personas con este síndrome crían hijos infantilizados e incapacitados, con una alta dependencia y una baja autoestima.

Si hablamos de la relación a la pareja, uno de los rasgos que indican que se está pudiendo dar este síndrome es que se ocupa de todas tareas del hogar para que su pareja no tenga que hacerlo, asume todas las responsabilidades respecto a los hijos, etc. En definitiva, asume responsabilidades que no le corresponden. Se relacionan desde el “No te preocupes, ya lo hago yo”.

Para que haya un o una Wendy en una relación, es imprescindible que haya un Peter Pan, es decir, una persona que necesita un padre o una madre que le siga cuidando y haciéndose cargo de sus responsabilidades. Así que suele ser una relación donde las dos partes salen beneficiadas, y una depende de la otra. Ninguna de las dos partes estaría preparada para tener una relación equilibrada de pareja, sino de madre/padre-hijo/hija. Siendo una relación nada saludable para ninguna de las dos partes.

¿Qué características tienen las personas con Síndrome de Wendy?

  • Se siente esencial para los demás: de alguna manera hace que los demás dependan de él o ella para poder sentirse necesario. Necesitan esta lugar para sentirse especial y tener desarrollado su sentido de la pertenencia.
  • Siente la necesidad de cuidar y proteger a los demás.
  • Termina por asumir el papel de padre o madre de su pareja.
  • Asume responsabilidades que no le corresponden, no solo de los hijos, sino de los distintos sistemas a los que pertenece: familia de origen, amigos, incluso en el sistema laboral.
  • Evitar a toda costa que las personas a su alrededor se enfaden o se disgusten: En más de una ocasión deja de lado su bienestar e incluso felicidad.
  • Busca agradar siempre a quienes la rodean: Aunque si después no es correspondido en la misma medida, pueden enfadarse, frustrase, decepcionarse y muy probablemente se posicionan en el rol de víctima, utilizando frases como “¿por qué me trata así?, yo no me lo merezco con todo lo que yo hago por él /ella”
  • Se auto-recriminan por lo que no han podido o no han sabido hacer: Viven mucho en la culpa cuando no ha podido hacer algo.
  • Tienen tendencia a estados depresivos por la falta de atención o aceptación social, posicionándose en ese rol de víctima.
  • El amor para ellos es sacrificado: Se resigna al cansancio, el desgaste y al malestar general que ocasiona hacerse cargo de otra persona. Con ello consigue aumentar su autoestima, ya que suele recibir muchos elogios por su sacrificio.

Causas del Síndrome de Wendy

Todos tenemos nuestras heridas de la infancia. Cuando no sanas esas heridas, puedes seguir el mismo patrón toda la vida, y cada persona se posiciona en el mundo de una manera determinada. En el caso del síndrome de Wendy, puede deberse a varios factores:

Miedo al abandono o rechazo.

Detrás de todos los esfuerzos y sacrificios hay un gran miedo a no ser aceptados, es una necesidad imperiosa por complacer buscando la aceptación, por sentirse útil, querido y necesario. Haciendo todo por los demás, piensan que de esta manera también van a valorarles por todo su esfuerzo y sacrificio.

Todos estos beneficios, están ocultos tras su comportamiento, se dan de manera inconsciente, porque es la manera en la que de pequeños pensaban que iban a conseguir la mirada y el amor de sus padres. Y se vuelve su manera de funcionar en la vida, también de adultos. Sin ser realmente conscientes de este beneficio oculto.

Factores socioculturales.

Suele darse más en mujeres que en hombres como consecuencia del patriarcado, desde el cual se ha enseñado desde muy niñas a asumir responsabilidades y vivir desde un rol muy maternal, donde el sacrificio es un valor. Y es desde ahí donde nace la culpa si no se hace lo que se espera de una “mujer” y no se cumple con todas las expectativas que se le han impuesto.

Baja autoestima.

No hay que verlo como una persona altruista, su servilismo no nace desde un placer genuino, sino desde una necesidad de sentirse seguro, porque si dependen de él o ella, nunca lo van a abandonar. Además de que se busca una el reconocimiento y la valoración externa, como consecuencia de su baja autoestima.

Dependencia emocional.

Se puede dar por repetición de los patrones familiares, o por carencias afectivas, las cuales se intentan compensar dando lo que les gustaría haber podido recibir. En cualquier caso, las personas que alimentan este tipo de relación se vuelven también dependientes de “esa mamá cuidadora y sobreprotectora”, desarrollando así relaciones de fuerte dependencia emocional recíproca.

¿Qué puedo hacer si tengo el Síndrome de Wendy?

Lo primero y lo más difícil es darse cuenta. Te invitamos a que te hagas la siguiente pregunta para averiguar cómo y desde donde te estás relacionando:

¿Qué beneficios obtengo viviendo así?

Desde ahí tomar se puede tomar conciencia de la dificultad que es vivir tomando el control de nuestra propia vida, en lugar tener el control de la vida de los demás (de la pareja, los hijos…). Dejar de proyectar las necesidades propias en el otro, autocuidándote, queriéndote y respetándote por lo que eres en esencia, no por lo que das a los demás.

Para poder soltar todo este patrón de comportamiento y de modo de vida, es importantísimo trabajarse la autoestima, quererse a uno mismo. Modificar el autoconcepto de forma que se pueda vivir en equilibrio, revisando las creencias sobre las relaciones.

Otras preguntas que puedes hacerte son:

  • ¿Qué tipo de relación tengo?
  • ¿Qué tipo de relación me gustaría tener?
  • ¿Para qué me relaciono de esta manera? (ojo, responde con un “para…” no con un “porque…”)
  • ¿De qué manera estoy contribuyendo a esta relación no saludable?
  • ¿Qué necesito yo?
  • ¿Cómo puedo satisfacer mis propias necesidades?

Por último y lo más importante, hay que aprender a decir “No”, aprender a poner límites de forma asertiva y soltar las responsabilidades que no son nuestras.

Relacionarse con los hijos y con la pareja de una forma saludable, con unos roles equilibrados no es tarea fácil, primero hay que empezar por uno mismo, hacerse cargo de cómo se está posicionando en las relaciones. Esto implica un camino de trabajo personal, a veces no fácil, pero siempre, siempre, gratificante

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