Con tus hijos, ¿Facilitas o empoderas?
Como siempre, partimos de la premisa del grandísimo amor que sentimos los padres hacia nuestros hijos. Lo que sí cuestionamos es cómo les demostramos ese amor. Como padres, pensamos que estamos haciendo lo correcto cuando les facilitamos las cosas. Y en realidad lo que estamos haciendo es mermarles capacidades, seguridad en ellos mismos, autoestima y un largo etcétera. La diferencia entre facilitar y empoderar es a veces difícil de distinguir.
Cuando empoderamos, entre otras muchas cosas, les animamos a que descubran, arriesguen, cometan errores para aprender de ellos, a que crean en ellos mismos y desarrollen sus habilidades y capacidades. Les transmitimos que la capacidad de esfuerzo y de trabajo son valores importantes, así como la iniciativa y la autocrítica (para nosotras no tiene nada que ver con la exigencia) y algo muy importante a señalar: el que asuman sus responsabilidades y al mismo tiempo tomen conciencia de sus necesidades, poniendo el foco dentro de ellos mismos y no en lo que les rodea, es decir hacerse responsables de sus actos y no echar la culpa fuera o escudarse en excusas. Les guiamos para que se construyan como personas independientes, seguras de sí mismas, y con ganas de explorar, de experimentar, de descubrir sus pasiones y de que sean libres para elegir lo que quieren. En definitiva, les estamos animando a que sean ellos mismos. A SER.
Cuando empoderamos les animamos a que descubran, arriesguen, cometan errores para aprender de ellos, a que crean en ellos mismos y desarrollen sus habilidades y capacidades. A SER.
Nuestra definición del término facilitar es: “Entrometerse entre los niños o adolescentes y las experiencias de vida para minimizar las consecuencias de lo que eligen”. Cuando facilitamos, lo hacemos con el pretexto del amor. No contemplamos los resultados a largo plazo. No nos damos cuenta de que nuestros hijos están tomando decisiones sobre sí mismos, incluyendo las acciones que tomarán, teniendo como base nuestras decisiones. Podrían estar diciendo en su interior, “No soy capaz”, “Es mejor dejar que los demás cuiden de mi”, “No me puedes obligar”, etc. No les estamos dejando decidir ni arriesgar, ni equivocarse. Por ello, es probable que tampoco desarrollen sus habilidades y capacidades, en definitiva, no les estamos dejar ser ellos mismos.
Cuando facilitamos… Podrían estar diciendo en su interior, “No soy capaz”, “Es mejor dejar que los demás cuiden de mi”, “No me puedes obligar”, etc.
¿Y cómo diferenciar entre ambos? A continuación, ponemos unos ejemplos para que podamos ver qué es facilitar y qué es empoderar. La Disciplina Positiva, creada por Jane Nelsen y Lynn Lott, propone los siguientes ejemplos para esta herramienta educativa.
Facilitamos cuando:
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Hacemos demasiadas cosas por ellos:
Hacer las cosas que los niños pueden hacer por ellos mismos (rescatándoles después de gritarles). “No puedo creer que otra vez hayas dejado las cosas para después. ¿Qué va a ser de ti? Anda, déjalo que lo hago yo, pero a la siguientes tendrás que atenerte a las consecuencias”.
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Darles demasiado:
Comprarles todo lo que quieren: móviles, tablets, consolas, ropa de marca, comida rápida, etc. Y además, echárselo luego en cara: “Mi amor, pensé que ibas a estudiar. Encima de que te he comprado el móvil, esos vaqueros de 80€, te he subido la paga…”
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Sobornar y/o premiar:
“Te compraré el Cd que querías si haces esta semana tus deberes sin tener que recordártelo”
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Sobreproteger:
Qué ponerse, cuándo abrigarse para que no pasen frío (como si ellos fueran tontos para saberlo o para aprender por ellos mismos), escoger a sus amigos, temor exagerado al peligro. “Date prisa, yo voy sacándote la ropa y preparándote el desayuno para que no llegues tarde al colegio”.
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Estar encima de ellos:
Encargarnos de lavarle la ropa y colocarla en sus armarios, levantarles por la mañana, hacerles el desayuno, llevarles en coche a sitios donde podrían ir andando, en bici o de cualquier otra forma, justificarles de no ayudar en casa porque tienen mucho que estudiar. “Sinceramente no lo entiendo. Te he dado permiso para que no hicieras las tareas de casa que te tocaban, te he levantado temprano, te llevé en coche para que tuvieras más tiempo, te hice la comida… ¿Cómo puede ser que no hayas terminado tus deberes?”
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Mentir por ellos:
Dar la cara por ellos frente al profesor, escribiendo justificantes escolares cuando en realidad se levantaron tarde o decir que no le dirás nada a papá o mamá.
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Castigarmos /controlamos
No dejarlos salir, quitarles los privilegios, etc. “Pues no podrás salir y has perdido todos tus privilegios, no puedes ver la tele, ni jugar a la play, ni salir con tus amigos hata que no hayas terminado tus deberes”
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Sermones sobre qué y cómo:
Decirles lo que pasó, lo que provocó que pasara, cómo se deben sentir y lo que deberían hacer al respecto. ¡Vaya, pues no me extraña! Has estado perdiendo el tiempo con la tele, pasando demasiado tiempo con tus amigos y levantándote tarde. No se cómo no te da vergüenza. Más te vale cambiar de actitud o te va a ir fatal en la vida…
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Sermones sobre cómo, cuantas veces y por qué no puedes:
“¿Cuántas veces te he dicho que termines tu tarea temprano? ¿Por qué no puedes aprender de tu hermano? ¿Por qué no puedes ser más responsable?
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Culpamos y avergonzamos:
¿Cómo has podido hacer eso? ¿Por qué siempre se olvide hacer tus deberes? ¡No me puedo creer que seas tan vago!
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Rescatamos/Arreglamos:
Comprar cosas nuevas para reemplazar lo que tu hijo pierde, quedarse despierto hasta tarde para ayudarle a hacer (o para hacerle) sus deberes y trabajos en el último momento. “No te preocupes, yo hago tu tarea. Vístete y ves desayunando, perdona que no he podido hacerte tortitas hoy. Seguro que mañana te da tiempo a hacer tus deberes”.
Les estamos empoderando cuando:
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Mostramos confianza:
“Confío en que encontrarás lo que necesitas. Yo sé que cuando algo es importante para ti, sabes qué hacer”
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Respetar su privacidad:
“Respeto tu privacidad y quiero que sepas que estoy disponible si quieres hablar esto conmigo”
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Escucha sin suponer, ignorar o juzgar:
“Me gustaría oír lo que esto significa para ti”
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Controlar nuestro propio comportamiento:
“Estoy dispuesta a llevarte a la biblioteca siempre y cuando antes lleguemos a un acuerdo en la hora, sin embargo, no estoy dispuesta a involucrarme en el último minuto. Si necesitas mi ayuda con tus deberes, por favor avísame con tiempo”.
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Comunicar de forma respetuosa:
“Me siento demasiado enfadada para hablar de esto ahora. Necesito un tiempo para poder abordar este asunto”.
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Expresamos nuestros límites:
Comparte lo que piensas, cómo te sientes y lo que quieres, sin sermonear, moralizar, insistir en llegar a un acuerdo o demandar que alguien te dé lo que quieres. “Lo siento, no voy a dar la cara en el colegio por ti. Cuando me mande un email la profesora, le voy a decir que discuta el asunto contigo”. Es esencial tener una actitud y tono de voz respetuoso.
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Nos liberamos de sus asuntos sin abandonarlos:
“Espero que vayas a la universidad, pero no estoy segura de que eso sea importante para ti. Cuando quieras, con mucho gusto podemos hablar sobre lo que piensas o de tus planes de universidad”.
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Llegamos a acuerdos, no imponemos reglas:
“¿Podemos sentarnos y ver si podemos hacer un plan para los deberes con el que los dos estemos de acuerdo?
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Compartimos nuestros sentimientos:
Expresa cómo te sientes usando la fórmula: “Siento__________ porque___________y quisiera_________” sin esperar que alguien más sienta lo mismo o te otorgue tu deseo. Este es un gran modelo para que los niños reconozcan sus sentimientos y deseos, sin esperar nada a cambio. “Me siento molesta cuando no haces los deberes porque valoro mucho la educación y pienso que sería beneficioso para ti”
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Buscamos una solución conjunta de problemas:
“¿Qué pasa con tus deberes? ¿Estarías dispuesto a escuchar lo que me preocupa? ¿Podemos hacer juntos una lluvia de ideas para encontrar posibles soluciones?
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Promovemos el aprendizaje a partir de los errores:
“Me puedo dar cuenta de que te sientes mal por haber suspendido. Confío en que aprendas de esta experiencia y que encuentres lo que necesitas para obtener la nota que quieres”.
Creemos importante ir poco a poco. Cambiar nuestro enfoque y manera de educar no siempre es fácil en la práctica. Siempre nos parecen pocas las veces que recalcamos que la Disciplina Positiva se basa en el amor, la firmeza y el respeto. Esto significa también que hay que poner límites, ser consecuente con ellos y hacerlo con firmeza (siempre desde el respeto y si es posible con amor). Es necesario para los niños y adolescentes que conozca esos límites y escuchen la palabra NO. Y también saber las consecuencias que sus actos pueden tener.
Os animamos a empezar poco a poco, ir cambiando cosas y cuando esas que hemos puesto en marcha, ya las hemos integrado, abordar las siguientes. El truco es ser perseverantes y empezar por la herramienta que nos parezca más fácil.. Seguro que nuestro “piloto automático” sigue saliendo, porque los padres también somos humanos y también nos equivocamos. El secreto del éxito: practicar, practicar y practicar. Y desde Tejiendo Redes, os animamos a que practiquéis mucho, porque para nosotras es la única manera de lograr nuestras metas.
ALMUDENA CAMPO & VANESSA BERTOMEU
DP TEJIENDO REDES