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Relaciones Tóxicas

En algún momento de nuestra vida nos hemos podido ver envueltos en alguna relación tóxica, no solo de relación de pareja sino a cualquier relación que establecemos con otro, sea del tipo que sea: amigos, relaciones de trabajo, familia de origen, familia actual, etc.

¿Qué es una relación tóxica?

Una relación tóxica puede ser muy destructiva, para una de las partes o para ambas, donde se está generando dolor, rabia, frustración, y un largo etcétera emocional.

Las relaciones saludables son las que se dan en equilibrio, son constructivas, donde se suma y no se resta. Cuando no es así, la relación se vuelve tóxica. No vamos a intentar tipificar a las personas que pueden resultar tóxicas, porque no se trata de juzgar a nadie. Además, todos podemos caer en el juego tóxico cuando nos relacionamos con otra persona, cuando nos relacionamos desde nuestra parte menos saludable. En este post vamos a ver tipos de relaciones podemos considerar tóxicas, y si te sientes identificado con alguna de ellas, puedas mirar dentro y detectar qué necesitas para dejar de relacionarte de esa manera con el otro.

Tipos de relaciones tóxicas:

1.- Relaciones basadas en el miedo:

El miedo puede darse de muchas maneras: miedo a perder a la otra persona, a que te engañe, a hacer o decir cosas que le puedan enfadar, a no ser suficiente para la otra persona, etc. En cualquier de sus modalidades, cuando el miedo está presente en una relación, ésta se empieza a volver tóxica. Por supuesto, cuando hay miedo a las represalias, físicas o psicológicas y se dan por el motivo que sea, pasamos a una relación de maltrato, que no debe permitirse y lo aconsejable es pedir ayuda legal y psicológica.

2.- Relaciones para llenar un vacío:

Muchas veces se busca una relación para cubrir carencias o necesidades no satisfechas. Puede ser por la necesidad de recibir amor, de no estar solo, de no saber gestionar tu propia vida, etc. Esto genera una relación desequilibrada, donde esa persona con carencias, pone sus expectativas de lo que necesita, de su vacío, en el otro y la otra persona nunca podrá estar a la altura de esas expectativas. Esa sensación de vacío tiene que ser llenados por uno mismo, y así poder relacionarnos con el otro desde un lugar saludable, no desde la carencia ni la necesidad. Además, la carga y la responsabilidad que estamos poniendo en el otro, es enorme.

Cuando por ejemplo hemos sufrido una pérdida, no es saludable tratar de reemplazar ese vacío con nadie, ni con nada. El trabajo personal está en transitar el duelo de la manera más saludable posible, y una vez superado, poder relacionarnos desde nuestra parte sana, no desde la carencia o el dolor.

3.- Relaciones en la que se cede el poder de decisión:

Esto no es algo que suceda de un día para otro, sino de manera gradual, se va cediendo la potestad de decidir, y dejamos que el otro decida por nosotros. Puede ser que lo hagamos porque la otra persona demanda esa posición de poder, o porque así cubrimos nuestra necesidad de que nos quieran, nos protejan, o de complacer, por el motivo que sea.  De esta manera, se va generando una relación donde hay una jerarquía, y uno pasa a ser “el jefe” y el otro el “subordinado”, uno manda y el otro obedece. Al principio se puede ver como que el que arriesga es el otro, o que te está cuidando, pero poco a poco se va perdiendo la autonomía, la capacidad de decisión, y en definitiva, la autoestima.

4.- Relaciones de codependencia:

Son aquellas relaciones en las que las dos partes son pasivas y dependen del otro para ser felices. Anteponen el bienestar del otro antes que el suyo propio, olvidándose de sus propias necesidades y perdiéndose a sí mismo en el otro. No se relacionan desde la individualidad y precisan de la aprobación externa para actuar.

5.- Relaciones donde justifican comportamientos presentes por hechos pasados:

Todos tenemos heridas de la infancia, donde ha podido haber una educación demasiado autoritaria, abandono, manipulación, excesiva permisividad, etc. También a lo largo de la vida, nuestras experiencias conforman nuestra personalidad, pero si dejamos que el pasado condicione el presente, desde ahí no estamos siendo libres para relacionarnos de manera saludable.

6.- Relaciones donde la comunicación es pasivo-agresiva:

La comunicación, verbal y no verbal, puede ser hostil, agresiva, pero de manera encubierta, indirecta. Se puede dar a través de gestos, ademanes, lanzar indirectas, o utilizar frases con segundas intenciones. La intención es normalmente, sacar la rabia, la agresividad contenida, con y hacia el otro, en vez de comunicarte de manera asertiva, para comunicar y construir, no para hacer daño o resarcirse. En cualquiera de los casos, se convierte en una relación tóxica, donde las dos partes agreden y son agredidas, o donde una de las partes es el agresor y la otra la víctima.

7.- Relaciones donde las mentiras se dan de manera habitual:

Cuando no hay sinceridad, tampoco puede haber confianza en el otro, y desde ahí, construir una relación saludable es muy difícil. Se puede estar omitiendo, falseando, ocultando, además de la mentira directa, y esto creará el caldo de cultivo para que se den conflictos y se generen dudas, y desde aquí, se puede degenerar en la posesividad, los celos, y un largo etc. Uno de los pilares de las relaciones es la honestidad y la confianza, sean de la naturaleza que sean: de pareja, de trabajo, de amistad…

8.- Relaciones basadas en la manipulación y el chantaje:

Las maneras de manipular y de utilizar el chantaje emocional, son muchas. Cuando una persona manipula o chantajea, lo hace para perseguir un único fin: lograr su propósito, usar al otro para conseguir su objetivo en beneficio propio. De esa manera, uno se convierte en manipulador y otro en la víctima. Aunque no debemos confundir el rol de víctima, que también se puede adquirir como medio de manipulación, haciendo sentir culpable y responsable a la otra persona, y conseguir así el propósito de la persona que ejerce el rol de víctima. La manipulación y el chantaje pueden ser muy sutiles, y ni siquiera darnos cuenta de que estamos siendo víctimas de este chantaje. Las personas manipuladoras suelen ser bastante inteligentes y desarrollar esta habilidad hasta límites insospechados.

9.- Relaciones idealizadas: del otro o de la propia relación:

Esta idealización se puede dar tanto de la otra persona como de la relación en sí. Es muy frecuente que, al principio de una relación, sea del tipo que sea, se idealice, entre otras cosas porque normalmente, queremos agradar y gustar, y mostramos la mejor versión de nosotros mismos, al tiempo que la otra persona se va creando expectativas sobre nosotros, imaginándonos como alguien que probablemente no somos. Pero pasado estos momentos iniciales, comenzamos a ver la realidad. Si esto no se da, y la persona sigue viendo a la otra de manera idealizada, poco a poco pretenderemos que esa persona se amolde y cambie a nuestra idealización. Cuando esto no ocurre, es cuando empieza a aparecer el rencor, el reproche y posiblemente, el maltrato de uno hacia el otro. Cuando la otra persona acaba cambiando, será también un gran problema, y habrá un alto grado de manipulación, miedo y vacío. Con lo que, en cualquiera de los dos casos, la relación se ha convertido en una relación muy tóxica.

Cuando la idealización se da en la relación en sí, suele deberse a un problema de comunicación en las primeras etapas de la relación, lo que es importante solucionar para que la relación pueda continuar desde un principio de realidad.

¿Cómo dejar una relación tóxica?

Dejar una relación tóxica es muchas ocasiones nos puede resultar difícil, y para ello te indicamos algunos consejos para conseguir vivir de una manera más saludable:

Deja de autoengañarte:

Éste es el primer paso para dejar una relación tóxica. Dejar de darte todos esos argumentos que te mantienen atrapado en la relación y ver cómo es realmente. Toma conciencia de cómo te relacionas, obsérvate y pregúntate si realmente quieres vivir así, cómo te sientes cuando no estás con esa persona, si sientes miedo.

 

Los dos sois responsables de la relación:

Date cuenta de que tú estás poniendo el 50% en la relación para que funcione como está funcionando, hazte cargo solo de tu parte. Que una relación no funcione no depende de solo una persona. En cualquier caso, tú no eres el único responsable ni culpable.

 

Pon el foco en lo que depende de ti:

Si estamos relacionándonos con alguien de una forma tóxica tiene que ver con asuntos no resueltos del pasado, tiene que ver con vivencias que hemos tenido de las cuales no hemos aprendido. ¿Cómo es que te relacionas con alguien que no te hace sentir bien?. Trabaja tu autoestima, cómo pones los límites, cómo te relacionas en la intimidad. Cómo el otro actúe no depende de ti en ningún caso, ni tienes que hacerte cargo de ello.

 

Identifica cuales son tus conductas tóxicas y las del otro:

Deja las justificaciones a un lado y observa cuales son esas conductas. Cualquier comportamiento con el que causemos daño, o que nos cause daño no tiene justificación, todos nos merecemos respeto, ser libres de tomar nuestras propias decisiones, vivir sin miedo.

 

Afronta el miedo:

Ésto puede ser lo más difícil porque el miedo no se va, el miedo inevitablemente es el compañero con el que vamos a tener que transitar el camino para dejar la relación tóxica. Pide ayuda si lo necesitas, y toma las riendas de tu vida.

 

Como conclusión, podríamos decir que las relaciones tóxicas se pueden dar de muchas maneras, y es muy probable que en una relación tóxica se den muchos de los puntos descritos anteriormente. No podemos perder nunca de vista la responsabilidad que cada uno tiene en este tipo de relaciones, porque, aunque hayamos sido víctimas de algún tipo de relación tóxica, nosotros nos hemos visto envuelto en ella, bien siendo copartícipe de ese juego, o bien, consintiendo.

Lejos de querer culpabilizar a nadie, lo saludable es mirarse uno mismo para ver qué ha pasado, cómo he llegado hasta ahí y aprender de ello para que no se vuelva a repetir en nuestras vidas. Porque lo que no sanamos, se repite.

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