El Duelo.
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso de adaptación ante la pérdida física o material, incluso cambios vitales, y esto es algo que vivimos en numerosas ocasiones a lo largos de nuestras vidas. Es por esto que el proceso de duelo, requiere de adaptación a la nueva situación. R. Neimeyer establece que el duelo es un proceso dinámico de reconstrucción, reorganización y transformación.
En el proceso del duelo no hay atajos. Se comienza con un cambio vital por donde tenemos que pasar: “el darnos cuenta”, y afrontarlo de forma activa promoviendo los cambios necesarios, para así por último transformarnos. Porque ya nunca volveremos a ser el mismo que comenzó el camino.
El psicólogo J. Montoya Carraquilla afirma que:
“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: Es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida en su conjunto, duele”.
Tipo de pérdida
Según las expectativas existen diferentes tipos de pérdidas que dan lugar al duelo (Carlos Odriozola):
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La pérdida esperada:
Aquí se encuadran los fallecimientos de personas que han padecido alguna enfermedad crónica o cíclica que no ha alterado de forma importante la vida de los que le rodean. Los allegados han tenido tiempo para ir sanando su relación y preparándose para la despedida.
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La pérdida deseada:
Es habitual en familiares cercanos de enfermos fallecidos tras una larga convalecencia que alteran significativamente la vida de los allegados, y viven con un constante sufrimiento, llegando a desear en silencio que todo termine cuanto antes. Este tipo de pérdida suele ir acompañado de sentimientos de culpa.
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Pérdida repentina:
Fallecimientos que ocurren de forma inesperada y que son experimentados como “cruel”. Suele traer sensaciones de vacío, de falta de despedida.
Tipos de duelo
Aunque el fallecimiento de un ser querido es la pérdida más destacada existen otros tipos de duelo.
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Duelo evolutivo:
Aquí se incluyen los duelos ante el paso de las distintas fases evolutivas de la vida como la adolescencia, la menstruación, el nacimiento de los hermanos o el cierre de ciclos escolares.
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Duelo social:
Las mudanzas, pandemias, migraciones, catástrofes…
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Duelo material:
Son las pérdidas materiales como el robo, la pérdida de objetos o económicas.
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Duelo de identidad de género/sexualDuelo afectivo:
- Fallecimientos, separación de los padres, pérdida de juguetes, abandono de algún padre, despedida de algún compañero.
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Duelo corporal:
Enfermedades, amputación, pérdida de belleza.
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Duelo espiritual:
Pérdida de Fe, valores e incluso las crisis existenciales.
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Duelo mediático:
Asesinatos, ráptos, pérdidas.
Fases del duelo
Las fases del duelo dependen de muchos factores. El tránsito es muy individual y se tiene que pasar por todas las fases, aunque que no todas se viven en la misma intensidad. Elisabeth Kübler-Ross establece las siguientes etapas del duelo que nos sirve como guía:
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Evitación o negación:
En esta fase hay dificultad para asimilar, es un mecanismo de evitación para que el cuerpo pueda digerir lo que se está viviendo. Poco a poco se va viendo la realidad.
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Enfado o rabia:
Esta emoción tiene una función adaptativa, como defensa para protegerse del dolor, así vamos dando tiempo a los mecanismos de afrontación de la pérdida. La energía está más en el pasado que en el presente o en futuro y existe una rigidez corporal.
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Tristeza o depresión:
Es la entrega al dolor, es una fase en la que hay una gradual aceptación de la realidad. Las respuestas de afrontamiento están orientadas a conectar con la realidad. Mientras se está en la tristeza se mantiene el vínculo con lo que no se desea dejar ir.
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Aceptación:
Es la etapa donde se integra todo lo ocurrido, existe una transformación profunda, donde se está dispuesto a vivir con la pérdida.
Podríamos añadir una etapa más, y que siempre es bueno que se dé, que es el Aprendizaje. Aunque más que una etapa, sería el resultado del proceso de duelo, haya sido el que haya sido. Siempre podemos extraer un aprendizaje maravilloso de cualquier proceso, que además suelen ser de los que no se olvidan.
¿Cuándo tengo que pedir ayuda?
La duración del duelo es variable, lo que diferencia un duelo normal a un duelo patológico es la fase en la que la persona se queda bloqueada, ya que se impide la elaboración teniendo una sensación de estancamiento en la elaboración de las emociones que van transcurriendo a lo largo del proceso.
Estos son algunos síntomas que si se presentan de forma continuada sería necesario perdida ayuda para poder realizar el proceso de forma más saludable:
- Sentimientos de culpa
- Pensamientos de suicidio
- Depresión prolongada
- Somatizaciones físicas (pérdida de peso, sensación de tener un cuchillo clavado en el pecho…)
- Ira incontrolada
- Dificultades para el funcionamiento diario
- Abuso de sustancias
- Dificultad para asumir lo ocurrido
- No haber pasado por las etapas del duelo en el momento en que sucedió.
Terapia del duelo
El duelo en terapia lo trabajamos a través de la Gestalt, EMDR, y el Proceso M.A.R. Todas ellas técnicas donde acompañamos desde el Amor acompañando en el trabajo de la pérdida.
Los pasos de este trabajo comenzarían por la aceptación, y continuaría con la conexión con el dolor y la rabia, para así poder identificar las situaciones de culpa si las hay con el objetivo de sanar la relación y poder pasar a una despedida agradecida.
Diez pasos prácticos para adaptarse a la Pérdida
Robert A. Neimeyer en su libro Aprender de la pérdida: Una guía para afrontar el duelo nos aporta estos pasos que pueden ayudar para adaptarnos a la pérdida.
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Tomarse en serio las pequeñas pérdidas:
Dedicando tiempo a mostrar que nos preocupamos por un amigo que se muda lejos de nosotros o a vivir la tristeza que sentimos cuando dejamos una casa que se ha quedado grande o pequeña para nuestras necesidades, nos damos a nosotros mismos la oportunidad para “ensayar” nuestra adaptación a las pérdidas importantes de nuestras vidas. De un modo parecido, podemos utilizar la muerte de un simple pececillo de colores como una “oportunidad para aprender”, instruyendo a los niños sobre el significado de la muerte y su lugar en la vida, preparándoles para futuras pérdidas.
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Tomarse tiempo para sentir:
Aunque las pérdidas más importantes plantean toda una serie de exigencias prácticas que hacen que sea difícil “enfrascarnos” en nuestras reflexiones privadas, debemos encontrar algunos momentos de tranquilidad para estar solos y sin distracciones. Escribir en privado sobre nuestras experiencias y reflexiones en momentos de cambio puede ser una forma de mejorar nuestra sensación de alivio y comprensión.
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Encontrar formas sanas de descargar el estrés:
Prácticamente por definición, cualquier tipo de transición es estresante. Debemos buscar formas constructivas de dominar este estrés, ya sea a través de la actividad, el ejercicio, el entrenamiento en relajación o la oración según las creencias de cada uno.
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Dar sentido a la pérdida:
En lugar de intentar quitarnos de la cabeza cualquier pensamiento sobre la pérdida, es mejor que nos permitamos obsesionarnos con ella. Intentando desterrar las imágenes dolorosas sólo conseguimos darles más poder. A medida que vamos elaborando una historia coherente de nuestra experiencia, vamos logrando una mayor perspectiva.
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Confiar en alguien:
Las cargas compartidas son menos pesadas. Debemos encontrar personas, que pueden ser familiares, amigos, religiosos o terapeutas, a las que podamos explicarles lo que estamos pasando sin que nos interrumpan con su propio “orden del día”. Lo mejor es aceptar con elegancia los gestos de apoyo y lo oídos dispuestos a escuchar, sabiendo que llegará un momento en que tendremos que devolver el favor.
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Dejar a un lado la necesidad de controlar a los demás:
Las otras personas afectadas por la pérdida tienen su propia manera de elaborarla y siguen su propio ritmo. No debemos obligarlas a adaptarse al camino que nosotros seguimos para elaborar nuestro dolor.
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Ritualizar la pérdida de un modo que tenga sentido para nosotros:
Si el funeral que se ha celebrado por el fallecimiento de nuestro ser querido no nos ha satisfecho, podemos preparar un acto que satisfaga nuestras necesidades. Hay maneras creativas de honrar las pérdidas no tradicionales que encajan con nosotros y con las transiciones que atravesamos.
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No resistir al cambio:
Las pérdidas de personas y roles que ocupan un papel central en nuestras vidas nos transforman para siempre. Lo mejor es abrazar estos cambios, buscando las oportunidades que presentan para el crecimiento, independientemente de lo agridulces que puedan resultar, esforzarnos por crecer con la experiencia de la pérdida, al mismo tiempo que reconocemos los aspectos en los que nos ha empobrecido.
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Cosechar el fruto de la pérdida:
La pérdida hace que revisemos nuestras prioridades vitales y podemos buscar oportunidades para aplicar lo que nos enseña a proyectos y relaciones futuras. Debemos dejar que nuestras reflexiones constructivistas encuentren una forma de expresión en acciones adecuadas, quizás ayudando a otras personas que lo necesiten.
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Centrarse en las propias convicciones religiosas:
Podemos utilizar la pérdida como una oportunidad para revisar y renovar las creencias religiosas y/o espirituales.
Almudena Campo & Vanessa Bertomeu
Tejiendo Redes