Si a tu hijo le pasa algo, obsérvate.
El hogar es el lugar donde se ensaya para la vida, así que inevitablemente todo comienza y acaba en el núcleo familiar.
Si el niño está comportándose de manera agresiva en cualquier ámbito (casa, colegio, entorno social), o está cabizbajo de manera sospechosamente continuada, o está la mayor parte del tiempo enfadado o demandando, enferma a menudo, o cualquier otro síntoma que esté desarrollando… es muy probable que algo está pasando en el entorno familiar.
Hay que mirar dentro, de puertas adentro, en nuestras casas. Es probable que algo está yendo mal. En muchas ocasiones no somos conscientes de ello, y pensamos que nosotros estamos bien (solemos referirnos a nuestro estado emocional con un bien o mal, sin más…), que nuestra pareja está bien y que la relación entre nosotros está bien… Pero puede ser que no sea así, ocurre que muchas veces, por pura supervivencia, nos desconectamos de nosotros mismos para no sufrir o no tener que afrontar situaciones difíciles con soluciones a veces nada agradables. Pero… ¿quién está pagando el que nosotros miremos para otra parte? Nuestros hijos.
Todo comienza y acaba en el núcleo familiar.
Muy a menudo los niños se convierten en nuestros síntomas, nuestros hijos ponen encima de la mesa algo que está ocurriendo en su entorno más próximo, su familia, como si fueran las alarmas que se disparan cuando está ocurriendo algo.
Así que si detectas que algo le está ocurriendo a tu hijo, antes de buscar responsabilidades fuera (colegio, profesores, etc.), mira dentro, obsérvate. Puede que ahí encuentres la respuesta. También nos referimos a casi todos los niños que o bien sufren o bien provocan el acoso escolar.
Entender que en gran medida el acoso (acosador y acosado), pueden tener su origen en el núcleo familiar, es duro. Desde nuestra perspectiva, es la principal forma de poder solucionar las situaciones y que nuestro hijo se relacione de forma más saludable con el entorno.
Los niños se convierten en nuestros síntomas, ellos ponen encima de la mesa algo que está ocurriendo en su entorno más próximo, su familia, como si fueran las alarmas que se disparan cuando está ocurriendo algo.
A veces los síntomas se vuelven reales en los niños, somatizan enfermedades (fiebre, dolores de cabeza, dolores de estómago, diarrea, estreñimiento y un sin fin de ellas más…) y que la clave no es darle el ibuprofeno o dieta blanda (momentáneamente se aliviará la enfermedad), sino mirarnos nosotros y ver qué nos está ocurriendo.
Por todo esto es tan importante trabajar con los padres en terapia. En muchas ocasiones se resuelve la situación, el síntoma del niño desaparece y sin ni siquiera haber tenido que pisar el niño la consulta del terapeuta. Otras veces, es aconsejable tratar también al niño, pero desde nuestra perspectiva es imprescindible hacerlo al conjunto del sistema familiar.
A veces los síntomas se vuelven reales en los niños, somatizan enfermedades… la clave es mirarnos nosotros y ver qué nos está ocurriendo.
El trabajo en equipo entre los terapeutas, los padres y los niños es imprescindible para poder ayudar al niño. Y si también está habiendo algún problema en el colegio, contar incluso con la colaboración de los maestros y profesores es, desde nuestro punto de vista, la mejor manera de abordar la situación. En definitiva, para ayudar al niño, tenemos que estar involucradas todas las partes, concienciarnos de que el trabajo en equipo es imprescindible para acompañar al niño en su proceso.
El trabajo en equipo entre los terapeutas, los padres y los niños es imprescindible para poder ayudar al niño.
El tomar conciencia de estas situaciones y que es importante que nos observemos primero a nosotros mismos, como individuos y como padres, no es sencillo, requiere de valentía y mucho amor.
Almudena Campo & Vanessa Bertomeu
DP Tejiendo Redes