Escuchar es más que oír.
Lo sabemos, todos lo estudiamos en el colegio: “los huesos más pequeños del cuerpo son 3: martillo, yunque y estribo. Y están en el oído”. Lo que no nos contaron era para qué estaban allí ¿Cuál es su función?
Una facultad humana de alto nivel: La Escucha
Estos huesecillos, junto con sus músculos y articulaciones, forman una cadena que comunica el tímpano con el oído interno y que actúa con una doble función: Proteger el oído interno de sonidos peligrosos (demasiado fuertes) y seleccionar y dirigir los sonidos que queremos escuchar (cortando los ruídos molestos). Están relacionados con una facultad humana de alto nivel: La Escucha.
Así, los pequeños músculos del oído medio preparan el oído y el cerebro a la escucha activa, pero también nos protegen de estímulos sonoros intensos, ruidos, malas palabras, malos tonos… El oído pasa a ser un mecanismo de adaptación al medio, susceptible de ser entrenado.
Los músculos del oído medio preparan el oído a la escucha activa, pero también nos protegen de estímulos sonoros intensos.
Pero ¿Qué es la escucha? ¿Es oír lo mismo que escuchar?
¡NO! Es posible que oigas bien, pero escuches mal, porque oír y escuchar son dos procesos diferentes. Oír es la recepción pasiva de los sonidos y escuchar un acto selectivo y voluntario, que requiere del deseo de integrar la información percibida. Oír es una sensación y escuchar supone pasar a la auténtica percepción auditiva, implica poner la atención en lo realmente importante, predisponiendo el cuerpo y la voluntad al acto de escuchar.
Ejemplos en la vida cotidiana tenemos muchos: una conversación en una cafetería atentos a la voz de nuestro interlocutor y ajenos al bullicio de vasos, tazas y otras voces; un aula repleta de estímulos en la que un niño presta atención al profesor…
Es posible que oigas bien pero escuches mal, porque oír y escuchar son dos procesos diferentes. Oír es la recepción pasiva de los sonidos, escuchar un acto selectivo y voluntario.
Tanto a los niños como a los adultos, la escucha nos resitúa ante la información a percibir, por lo que es importante hablar con cariño y afecto, cuidar no sólo nuestras palabras, sino el tono y modo en el que hablamos a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros amigos y compañeros de trabajo.
Comunicar no es solamente utilizar un cierto lenguaje dirigido al otro. Es primero ofrecerle una apertura de corazón. Eso es la escucha también, adaptar el diálogo y suscitarlo, para entrar con el otro, quienquiera que sea, en una sintonía hecha con comprensión y amor.
La escucha, pasa a ser así la puerta de comunicación de mi mundo interior con el otro, con el medio que me rodea, y el oído, en todo su conjunto, el sistema que garantiza su realización.
La escucha es la puerta de comunicación de mi mundo interior con el otro, con el medio que me rodea.
Porque el oído no solo sirve para oír y escuchar, sino que también controla el equilibrio, la coordinación, la verticalidad y el tono muscular; al tiempo que nos dinamiza y da energía, transformando los sonidos en energía neurológica encaminada a alimentar el cerebro.
La escucha nos humaniza. Escucharse a uno mismo y al entorno nos faculta para poder comunicarnos desde lo mejor de nosotros mismos. Recuperar la capacidad de escucha es la llave de esa puerta que nos llevará a niños y adultos a alcanzar el equilibrio físico, mental y emocional.
Saber escucharse y saber escuchar el mundo nos resitúa y nos devuelve la capacidad de SER en todo nuestro esplendor.
¿Estás listo? No esperes más, es tiempo de Escuchar… porque la Escucha es un Arte.
Inmaculada Arcediano
Tejiendo Redes
La reeducación auditiva con la técnica Tomatis, constituye una Pedagogía de la Escucha. En Tejiendo Redes evaluamos tu escucha y la de tus hijos y os acompañamos en la aventura de Aprender a Escuchar.