El impacto del control excesivo en la relación padres-hijos
Probablemente casi todas las respuestas a esta pregunta sería que no. Sólo tratamos de velar por su salud y bienestar. Hacemos y decimos todo con el objetivo de que cuando sean adultos, puedan tener un buen trabajo, y una buena vida. Pero… ¿quién decide qué es un buen trabajo o una buena vida? ¿Nosotros o ellos? Al fin y al cabo, es su vida… creemos que deberían decidirlo ellos. Los padres estamos para orientarles y guiarles, pero no para imponer, porque además es probable que no consigamos nada, o peor aún, que nos hagan caso y se vean atrapados en estudios y trabajos que no les gustan, no les satisfagan, sientan apatía, desmotivación e insatisfacción personal. Y entonces sí que no tendrán una buena vida.
“… ¿quién decide qué es un buen trabajo o una buena vida? ¿Nosotros o ellos? Al fin y al cabo, es su vida…”
Vamos a ir un poco más allá, desde que son niños pequeños. Cuando nuestros hijos son bebes, necesitan de nuestra protección total para todo. Luego empiezan a gatear, a andar, y nos siguen necesitando, pero un poco menos. Tenemos que dejar que se caigan y se levanten para poder aprender a andar. Que se hagan heridas, porque no vamos a estar toda la vida amortiguando los golpes (o al menos, no deberíamos), que lloren y se frustren (siempre acompañando, sosteniendo sin salvar ni rescatar). Y así poco a poco, se van haciendo cada vez un poco más responsables de sí mismos, de sus actos. Van entendiendo cómo funciona el mundo. Hay un día en que empiezan a bañarse solos, a elegir la ropa que se quieren poner y los amigos con los que quieren ir. Y así sucesivamente. Es ahí cuando habremos perdido gran parte de ese control. Y debe ser así. Tienen que poder hacer esa separación con sus padres en la adolescencia. Lo saludable es que vean satisfecho su sentido de pertenencia (familia, amigos, etc.) y a la vez sientan su individuación. Eso es lo sano y saludable física, mental y emocionalmente. Como siempre, eso no significa que no tengan límites y normas.
¿Qué pasa si les decimos que no deben cuestionar determinadas cosas que nosotros damos como verdades absolutas? Si imponemos nuestra forma de pensar, de actuar, de entender el mundo, estaremos cortando su capacidad de análisis, de crítica y autocrítica, para ser adultos moldeables y sumisos. ¿O nos gustaría que nuestros hijos cuando sean adultos luchen por sus derechos, por defender lo que ellos consideran justo, o simplemente para ser libres para elegir y decidir? Pues primero deben aprenderlo en casa, y para aprenderlo en casa somos nosotros quienes tenemos que darles ese espacio.
Tienen que poder hacer esa separación con sus padres en la adolescencia. Eso es lo sano y saludable física, mental y emocionalmente
Cuando esto no sucede, empezamos poco a poco a asfixiarles, se sienten atrapados y lo normal será que su idea de ser feliz sea alejarse de nosotros, cuanto más lejos mejor. Lo lógico será que nos oculten cosas, cómo piensan, sus anhelos, dudas y por supuesto, de lo que hacen. Y ese alejamiento, mientras todavía están en casa, se hace poniendo barreras, hasta convertirnos todos en extraños. Y en ocasiones, cuando son adultos, yéndose a otra ciudad, país o continente a vivir.
Cada vez más, los adolescentes que vienen al centro, traen esta problemática. La falta de libertad, un control excesivo por parte de los padres, que en algunas ocasiones les llevan a situaciones de autoagresión (trastornos alimenticios, autolesiones, etc.) porque sienten que eso es lo único que sus padres no pueden controlar…
¿O nos gustaría que nuestros hijos cuando sean adultos luchen por sus derechos, por defender lo que ellos consideran justo, o simplemente para ser libres para elegir y decidir? Pues primero deben aprenderlo en casa.
Como cierre de este post, queremos invitarte a hacer una reflexión sobre nuestro método educativo, si de verdad, nos pasamos el día queriendo controlar a nuestros hijos, si les decimos qué tienen que pensar, o por el contrario, nos interesamos por cómo piensan ellos, lo que les inquieta, les gusta, etc. Y lo que es casi más importante: si lo recibimos con apertura y curiosidad, o juzgamos a la mínima ocasión. Porque según lo que reciban de nosotros, nos darán ellos… Y por último, decir que… nunca es tarde para empezar o para cambiar y tratarles con el mismo respeto con el que tratamos a un amigo.
Almudena Campo & Vanessa Bertomeu
DP Tejiendo Redes