
Autoconcepto y pareja
¿Alguna vez has pensado en cómo puede afectar tu autoestima en la relación con tu pareja? La relación que tienes contigo mismo es inevitable que afecte a nuestras relaciones de pareja.
Si quieres saber las claves para mejorar nuestro autoconcepto en pareja, no te pierdas este episodio.
¿Qué es el autoconcepto?

El autoconcepto es la imagen que hemos creado sobre nosotros mismos. Es el conjunto de ideas y características (estéticas, físicas, afectivas, emocionales…) que creemos que nos definen, a nivel consciente e inconsciente del Yo. Esto incluye una cantidad prácticamente infinita de conceptos que podrían estar incluidos en esta “imagen” sobre nosotros mismos.
Es una opinión que formamos y desarrollamos a lo largo de los años, se elabora constantemente dependiendo de las circunstancias, las relaciones que tenemos, las herramientas que vamos adquiriendo, etc.
Para el Psicólogo Carl Rogers el concepto de sí mismo se compone de tres factores diferenciados:
1.- La imagen de ti mismo, o cómo te ves
Es la representación mental que tenemos de nosotros mismos y que está presente cada vez que decimos o pensamos “yo soy” o “yo no soy”. Esto es algo subjetivo porque puede coincidir o no con la realidad. Es decir, se puede tener una auto-imagen inflada y creer que las cosas son mejores de lo que realmente son, o una auto-imagen negativa y percibir o exagerar lo que nosotros mismos vemos como los defectos o debilidades.
2.- La autoestima o como te valoras
Se refiere a cuánto nos gustamos, aceptamos o aprobamos a nosotros mismos. En otras palabras, hace referencia a cuánto nos valoramos. Se encuentra fuertemente influenciado por el trato que recibimos de los demás, especialmente durante la infancia y la adolescencia. Por ejemplo, cómo nos comparamos con los demás y cómo responden los demás ante nosotros. SI responden positivamente a nuestra conducta, somos más propensos a desarrollar una autoestima positiva, que cuando no es así y vivimos de alguna u otra manera rechazo por nuestros padres, profesores y por supuesto los iguales.
3.- El Yo ideal, o como te gustaría ser
En muchos casos, la forma en que nos vemos y cómo nos gustaría vernos a nosotros mismos no coincide, incluso es el Yo que queremos ser para los demás.
Autoconcepto

El autoconcepto hace referencia al conjunto de información, es decir, ideas, creencias, conceptos que hemos recopilado sobre nosotros. El autoconcepto es una comprensión racional del yo, tiene un componente predominantemente descriptivo y puede fácilmente expresarse con palabras. Estas características hacen que el autoconcepto pueda ser modificado a través de procesos de reestructuración cognitiva, y por supuesto de interpretaciones objetivas sobre la propia experiencia.
El autoconcepto remite a nuestras autopercepciones, las mismas que hemos ido formando a partir de nuestra experiencia y las interacciones con otras personas y con nuestro entorno. Se caracteriza por ser organizado y estructurado, en definitiva, el autoconcepto es un componente cognitivo (es el conjunto de ideas y creencias que constituyen la imagen mental de lo que somos según nosotros mismos), se asocia con la memoria declarativa, en la corteza prefrontal. Es objetivo, la parte lógica y por tanto menos dependiente de la moralidad y los juicios de valor.
Es algo más fácil de cambiar ya que puede ser modificado directamente mediante el cambio en la interpretación que hacemos del mundo y se puede describir y expresar a través del lenguaje ya que es más racional y lógico.
La autoestima

La autoestima en cambio, es un concepto que se refiere a cómo emitimos juicios sobre nosotros mismos. Estos juicios tienen un carácter valorativo y muchas veces surgen a partir de la comparación que hacemos entre nosotros, nuestro “yo real” y nuestro “yo ideal”.
La cercanía o la distancia que percibamos entre ese ideal (muchas veces construido a partir de estándares compartidos socialmente como por ejemplo un estándar de belleza determinado), repercutirá directamente en cómo estableceremos juicios sobre nosotros, e indirectamente, va a repercutir en cómo nos sentimos.
La autoestima es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida; creemos que somos listos o menos listos, nos gustamos o no… y estas valoraciones pueden ser tanto positivas como negativas. Por supuesto estas valoraciones son totalmente subjetivas.
Diferencia entre autoconcepto y autoestima
La diferencia entre el autoconcepto y la autoestima, es que el autoconcepto se limita a describir una idea de uno mismo, pero es la autoestima la que nos lleva a valorar de forma positiva o negativa esa idea, es más emocional.
Esta relación con nuestra parte más emocional hace que, a diferencia del autoconcepto, sea muy difícil dar cuenta de la autoestima con palabras e intervenir voluntariamente sobre ella. Podemos intentar explicar nuestros sentimientos, pero siempre habrá algo en nuestro mundo emocional que se quede en una dimensión propia.
La autoestima se caracteriza por las valoraciones que hacemos según cuanta diferencia exista entre el autoconcepto real y el autoconcepto ideal.
Mientras que el autoconcepto no hace juicios de valor, la autoestima es precisamente cómo nos juzgamos a nosotros mismos y a cada idea o característica, valorándola como cualidad o defecto, es una opinión subjetiva, focalizada en lo emocional, por lo que no se puede traducir fácilmente a palabras, es más una imagen mental de nosotros mismos.
En definitiva la autoestima es más irracional, menos flexible, más rígida y mucho más resistente al cambio, se relaciona con la huella y lo que hemos sentido en nuestro pasado y por tanto es más difícil de cambiar que el autoconcepto.
Conocer nuestro autoconcepto y nuestra autoestima nos ayuda a tener una idea más real sobre qué pensamos sobre nosotros mismos, y cómo nos relacionamos con nosotros mismos, es decir, sobre cómo nos tratamos.
Ambos procesos ocurren al mismo tiempo, se pueden solapar, se dan de manera conjunta, interactúan y se interrelacionan. Por esto, la línea que los separa es muy fina y no es fácil entender cuándo nos referimos a uno y cuándo a otro ya que, coloquialmente, se suelen utilizar indistintamente.
¿Cómo se forma el autoconcepto?
Nos vamos a ir ahora al origen, a cómo se forma nuestro Autoconcepto. Se forma desde el inicio de nuestra vida comenzando la relación con nuestros progenitores o cuidadores, nuestro entorno…y nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Se plantea desde diferentes niveles:
- Nivel cognitivo-intelectual: Son las ideas, opiniones, creencias, percepciones y cómo procesamiento la información exterior. Es todo lo que pensamos, las ideas y valores que vamos adquiriendo y nos van enseñando.
- Nivel emocional-afectivo: Son los juicios de valor sobre nuestras cualidades personales. Esto implica un sentimiento sobre lo que nos parece bueno o malo, agradable o desagradable que vemos en nosotros.
- Nivel conductual: Se refiere a las decisiones que tomamos sobre nuestros comportamientos. De llevar a la práctica un comportamiento consecuente o no con lo que sentimos y creemos de nosotros mismos, es decir cuánto somos de coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
- La actitud o motivación: Es la tendencia a reaccionar frente a una situación tras evaluarla positiva o negativamente. Es lo que nos impulsa a actuar, siempre hay que partir de la premisa que si conocemos cómo es que reaccionamos de una u otra manera, aprenderemos a no dejarnos llevar simplemente por la inercia.
- El esquema corporal: Es la idea que tenemos de nuestro cuerpo a partir de las sensaciones y estímulos. Esta imagen está muy relacionada e influenciada por nuestras relaciones sociales, modas, redes sociales, sentimientos hacia nosotros mismos, y por supuesto que también de la familia de origen.
- Las aptitudes: Son las capacidades que poseemos para realizar algo adecuadamente (inteligencia, razonamiento, habilidades sociales, educación emocional, herramientas…).
- Valoración externa: Es el feedback que recibimos de los demás sobre nosotros, los refuerzos sociales, reconocimientos, comparaciones, opiniones…
¿Cómo se desarrolla el autoconcepto?
Hay distintas teorías, pero no tienen que estar reñidas entre sí, por ejemplo, según desde la “teoría de la autodiscrepancia”, que se basa en la autorregulación del individuo; el desarrollo del autoconcepto depende de la coherencia entre las diversas percepciones que tenemos de nosotros mismos. Aquí entran en escena varios autoconceptos, pero que están relacionados entre sí:
- Mi “yo ideal”. El que nos marca cómo queremos llegar a ser.
- Mi “yo responsable”. El que nos dice cómo deberíamos llegar a ser.
- Mi “yo potencial”. El que nos marca hasta qué punto podemos llegar a ser.
- Mi “yo esperado”. El que nos predice lo que podemos llegar a ser en un futuro.
- Desde la “teoría del yo espejo”, basada en una regulación social, le da más peso en la formación del autoconcepto a lo que recibimos, o la idea que creemos que tienen los demás de nosotros.
Podemos tener momentos de discrepancia entre por ejemplo nuestro yo real y actual y el yo ideal que queremos conseguir, por ejemplo en cuanto a nuestra imagen física real y la ideal.
Si consideramos que estamos lejos de conseguir nuestro yo ideal, podemos tener sentimientos de tristeza, ansiedad, frustración…pero también podemos asumir esa discrepancia, utilizar nuestras herramientas y crear un nuevo plan más ajustado a nuestra realidad para conseguir los cambios deseados y que sea nuestro motor de arranque.
Autoconcepto, pareja y sexualidad
El autoconcepto sexual se relaciona con cuestiones tales como: ¿te gusta tu cuerpo?, ¿te consideras atractivo?, ¿piensas que eres un buen amante?, ¿disfrutas de tus relaciones?
En función de las respuestas que les demos a estas preguntas, es probable que tengamos un mejor o peor autoconcepto. En este sentido, la imagen que cada uno tenemos de nosotros es decisiva a la hora de establecer relaciones con los demás, incluyendo, sin ninguna duda, las relaciones de pareja y sexuales.
La importancia de este concepto radica en que impulsa a la persona a actuar, a seguir adelante y a perseguir sus objetivos. Cuando nos sentimos con confianza es inevitable proyectarla hacia los demás, al igual que cuando tenemos una pobre imagen sobre nosotros mismos es inevitable proyectarla hacia los demás.
Este autoconcepto de pareja sexual comienza a formarse con las primeras relaciones que establecemos. Por ejemplo, las valoraciones o comentarios recibidos por parte de la pareja en relación al cuerpo o al aspecto físico favorecen, o dificultan una buena imagen personal. Una vez que este autoconcepto ya se ha comenzado a construir, influirá inevitablemente en nuestras parejas futuras.
¿Cómo afecta el bajo autoconcepto en nuestras relaciones de pareja y sexuales?
Cuando se tiene un autoconcepto negativo o pobre suelen tener dificultades para mostrarse naturales ante los demás, incluida su pareja. Esto puede provocarnos cierta ansiedad y hace que la necesidad de intimidad disminuya o se vuelva inexistente. Es inevitable pensar que sus defectos son visibles y obvios para todos.
Este bajo autoconcepto no sólo tiene que ver con el aspecto físico como ya hemos mencionado antes sino con la ley del espejo. Por ejemplo, personas que se consideran aburridas en la cama creen que su pareja piensa lo mismo y se sienten evaluadas a la hora de tener relaciones sexuales. Al mismo tiempo no es raro que podamos llegar a sentir ansiedad por la presión que implica tener que mejorar en ese aspecto.
En estos casos, además de no contrastar si realmente lo que pensamos es cierto, es un error intentar mostrarnos perfectos ante el resto y fingir que todo está bien. Al ocultar las verdaderas necesidades, el verdadero yo, para no ser juzgadas, para que la pareja no se aleje, mantiene la no aceptación y desde ahí es normal que cueste establecer relaciones fuertes y sinceras con personas significativas. Por supuesto además nos lleva tener problemas de autoestima, bajo autoconcepto.
Características comunes entre la baja autoestima y la pareja
- Cuesta decir que NO: Cuando no nos sentimos seguras de nosotras mismas, es probable que tendamos a complacer a los demás. Y lo mismo te pasará en casa: nos sentimos culpables por negar cualquier petición que nos haga nuestra pareja. Las consecuencias de nuestra dificultad para decir no, puede implicar que nos quedemos con menos tiempo para nosotros mismos o que hagamos cosas que no queremos hacer.
- Sientes celos a menudo: Cuando nos comparamos con los demás salimos perdiendo así que difícilmente podremos sentirnos seguros en nuestra relación. Vivir con celos nos puede llevar no solo a sufrir nosotros, sino a querer controlar a tu pareja.
- Te disculpas todo el tiempo ¿Cuántas veces al día dices lo siento? Por hacer un ruidito, por llegar un minuto tarde, por un pequeño olvido… No nos podemos cargar con todas las culpas y males del mundo!
- Necesitas confirmación constante: Cuando necesitamos estar constantemente preguntando si nos quieren, reclamamos constantes expresiones o muestras de amor.
- La comunicación abierta se complica cuando nos cuesta recibir comentarios y críticas de nuestra pareja de forma constructiva. Es normal tender a generalizar y que un comentario sobre un hecho concreto nos lleve a pensar que nuestra pareja ya no nos quiere, a sentir que nos daña. Un mal autoconcepto nos puede hacer sentir más vulnerable a la mirada de nuestra pareja. Una baja autoestima puede llevarnos a tener una comunicación poco clara, abierta y libre.
- La vida sexual se puede resentir Si no nos sentimos a gusto con nuestro cuerpo podemos sentirnos mal por el hecho de desnudarnos ante nuestra pareja. Podemos llegar a poner excusas, espaciar las relaciones, poner condiciones muy estrictas que limiten a nuestra pareja e incluso, renunciar a nuestra vida de intimidad y sexual en pareja.
Asumir una actitud vigilante e interpretar como traición o desamor el más mínimo gesto, es común al igual que algunas otras características como la dependencia emocional. Nuestra vida propia va poco a poco perdiendo forma y los intereses ya no son personales, sino mutuos. Toda afición, gusto o pasión está enmarcada en los intereses de nuestra pareja.
La relación de pareja depende del crecimiento personal.
Cuando no te quieres, valoras o respetas a ti mismo como debes, aceptas cualquier condición, aunque te duela o perjudique, con tal de que la otra persona esté contenta y no te deje. Niegas los problemas por miedo a no poder resolverlos o a tener que tomar decisiones, creando un lazo de dependencia emocional con tu pareja e incrementando tu inseguridad y celos por temor a perderla.
Por tanto, cuanto menos te quieres, más compleja e insatisfactoria será la relación que mantengas con tu pareja. Asimismo, si tu pareja también tiene un nivel bajo de amor propio, uno de los dos integrantes puede sentirse con el control de la otra persona, lo que puede degenerar en una relación tóxica.
Claves pare mejorar nuestro autoconcepto en pareja
Autoconcepto, pareja y sexualidad se relacionan de manera directa. Uno de los puntos más importantes pasa por la propia aceptación de nuestro cuerpo y nuestra forma de ser. En esto tiene mucho que ver el conocimiento que podemos tener de nuestras fortalezas y debilidades, lo cual permitirá, o al menos facilitará, que disfrutemos tanto de la intimidad en pareja, como de las relaciones sexuales y por supuesto de las demás experiencias de la vida.
Sentirte bien contigo mismo requiere constancia y conocimiento, y es la clave para que mantengas una relación sana y estable.
- Autoaceptación Para aceptarse a uno mismo hay que ser conscientes de que hay cosas que podemos cambiar y otras que no, pero no podemos convertirnos en otra persona. De manera que hay algunas partes de nosotros que tenemos que aceptar y entender que cada persona es especial y única, incluidos nosotros mismos. Aceptar nuestra estatura o nuestro color de piel, entre los muchos rasgos que nos caracterizan y difícilmente podemos cambiar, es fundamental. Una vez que aceptemos que hay determinados factores que no podemos controlar o cambiar, y empecemos a enfocar nuestros esfuerzos a mejorar aquello que sí sea posible cambiar, estaremos preparados para disfrutar con plenitud de nosotros mismos, y de lo que vivimos
- Establece límites Aprende a decir ‘sí’ y ‘no’ en función de tus necesidades, sin dejarte llevar por los caprichos momentáneos, el orgullo o el miedo excesivos a perder a tu pareja.
- El respeto mutuo es esencial para que una relación de pareja funcione. Para ello, no solo debes respetar a tu pareja, sino que debes hacer lo propio contigo y con tus necesidades.
- Habla abiertamente y escucha de forma activa. La comunicación abierta, libre, bidireccional y honesta es uno de los pilares más importantes en una relación de cualquier índole.
- Aprende a perdonar: Interioriza la necesidad de saber perdonar a la otra persona, pero también perdónate a ti mismo y aprende a no acarrear siempre con la culpa. Si decides perdonar hay que trabajar en cómo te hace sentir, qué emociones despiertas, cómo te hace reaccionar…
- Cuídate Cuando te quieres, te cuidas. En este sentido, no dejes de practicar actividades saludables y reserva un tiempo exclusivo para mantener tu salud emocional y mental en buen estado. Tiempo de calidad para ti misma, no sólo en pareja.
Es fundamental tener un autoconcepto y una autoestima lo suficientemente saludable para poder vivir en pareja sin dejarnos llevar y por supuesto arrastrar a la persona con la que queremos compartir nuestra vida, hacia nuestras carencias. La pareja nos hace crecer, nos hace de espejo para poder trabajarnos todas nuestras carencias y dificultades, y por tanto si lo enfocamos bien, si nos hacemos autorresponsables de lo que nos sucede y de cómo vivimos cada situación con nuestra pareja, podemos crecer. La pareja es el gran espejo donde poder vernos para mejorar nuestra autoestima y nuestro autoconcepto.
Pásate por nuestra web para descubrir más pódcast, cursos y programas para ti.